-Pero, ¿por qué?-pregunté, el tono de Alec no me había gustado, es más, me asustaba.
-Ese lugar es peligroso para ti; de hecho, es peligroso para cualquier persona que tenga una reputación que proteger, no te conviene quedarte ahí-siguió jalandome hacia el patio de la escuela, se oían risas a lo lejos en la cafeteria.
-¿Sabes qué?-deje de caminar, jalé mi brazo para que lo soltara y lo enfrenté-No entiendo tu forma de hablar, hablas como poeta, con metáforas, ¿y qué crees? Eres raro, así que déjame en paz.
Me dí la vuelta y decidí volver a la cafeteria, pero Alec me jaló por la cintura, me acercó a él y dijo:
-¿Sabes que tu también eres extraña? ¡Tú eres un diamante escondido entre todas esas estúpidas piedras del montón!-nuestros rostros estaban a una distancia tan pero tan cercana, que yo casi evitaba respirar para evitar acercarme "de más" a su rostro.
-¿Qué diab...?-empecé mi reclamo hacía él, seguía hablando raro con sus estupideces del diamante y las piedras, pero, como si me hubieran clavado un cuchillo por detrás o como si me hubieran disparado con un rifle hacía mi estómago o como si me hubieran arrojado a un barranco, él me besó sorpresivamente, no lo vi venir.
Fue un beso extraño, estampó sus labios con los míos improvisadamente, puso su brazo izquierdo en la parte más baja de mi espalda, el derecho en mi cintura, y continuó besándome raramente: pasó sus labios a mi barbilla y la besó de una manera escalofriante, era casi como si la estuviera lamiendo; después, sin separar sus labios de mi cuello, se fue haciendo para atrás hasta que ambos quedamos tirados en el suelo, regresó sus labios a los míos, a donde pertenecían.
-¿Alec?-dije cuando el cambió de lugar sus labios hacía mi coronilla
-¿Si?-dijo con cierto tono raro en su voz, era como si estuviera extremadamente feliz por algo
-Te amo Alec, pero no estoy lista para esto.
-¿Para qué, amor?
-Para... esto, lo que... ¡Tú sabes! Lo que estamos haciendo...
-Ok, te amo, y te respetaré y no haremos nada que no quieras hacer-repondió. Reflexioné.
-¿Sabes qué? ¡Al diablo con eso! Te amo, te amo, ¡te amo!-coloqué mis manos en su nuca y comencé a besarlo furiosamente hasta que me sentí sin aliento, lo solté, él me soltó y ambos nos acostamos en el pasto viendo el cielo nublado con una sonrisa enorme.
-Wow, eso fue realmente intenso-dije un tanto avergonzada
-Te amo-dijo tiernamente tomando mi mano.
-Y yo a ti.
-Cambiando de tema-dijo sentándose y tratando de sacar algo de su bolsillo-olvidaste esto en mi casa ayer.
En su mano tenía un reproductor de MP3 pequeño dorado con rosa. Y definitivamente eso no era mío.
-No... no es mío-admití
-Oh pero claro que sí, es tuyo-dijo colocandolo en mis manos con ternura; lo prendí, me puse los audífonos e inmediatamente identifiqué la canción que sonaba.
-¿The Strokes?-inquirí al reconocer la canción
-Me tomé la libertad de insertar una de mis canciones favoritas, pero si no te gusta no import...-dijo un tanto avergonzado
-Me encanta, "Undercover of Darkness" es mi canción favorita-dije viéndolo a los ojos
-Yo también amo esa canción-dijo-Pero te amo más a ti-me empezó a besar, pero esta vez más tierno que nuestro beso anterior. Separó sus labios de los míos-¿Y qué otro tipo de música te gusta?
-Pues varía; rock indie, house...-me senté y empecé a quitarme el esmalte de las uñas de la mano derecha con las uñas de la mano izquierda, sonreí. Él se sentó también.
-¿Qué más?-
-Supongo sólo eso, antes me gustaban más géneros pero ya no-dije cabizbaja; el año pasado me había puesto a pensar que no quería ser más una persona hueca que sólo oía pop fresa; quería ser más que eso.
-¿Artistas favoritos?-
-Bueno, como ya te dije está The Strokes... y un dueto francés de "robots" enmascarados de música electrónica, supongo que ese dueto es mi favorito.
Narra Alec.
La hora del almuerzo todavía no acababa, al parecer ya habían alargado el descanso, todavía se seguían oyendo las risas y cotilleos en la cafeteria, y Angelique, mi amada, el ser por el que había estado esperado cientos de años dormía. Me hubiera gustado dormir con ella, pero lo único que podía hacer era acostarme a su lado, cerrar mis ojos y fingir dormir. Me preguntaba como era que ella no se quejaba del frío de mi piel, o tal vez de que no era tan blanda como la de cualquier ser humano, pero Angelique parecía feliz estando conmigo así.
Al dormir parecía tan pero tan indefensa, y su sangre, ¡Maldita sea! ¡Su sangre! Aquél delicioso olor parecía decirme "bébeme, bébeme, ella está dormida". Bastaba con absorver el delicioso líquido rojo que estaba dentro del cuerpo de mi deliciosa novia, y una vez vació, enterrar el cadáver en el bosque, y huir.
Si, el plan era perfecto, tal vez sólo un beso de despedida, uno muy profundo... así que tomé una decisión y la besé. Sonó la alarma de incendios y oí gritos. El beso no fue de despedida, la besé con la intención de despertarla, pero no funcionó, seguía dormida.
"Solo se limitó a sonreír entre sueños. Aquella palidez en su rostro, sus mejillas sonrojadas, los labios rosados, sus largas pestañas, su absoluta despreocupación al dormir, su rubio cabello... era casi perfecta; su único defecto era ser humana..."
viernes, 4 de noviembre de 2011
martes, 9 de agosto de 2011
Capítulo 9 Secretos Fluyendo
No podía creer que yo dijera eso, según yo, nunca en mi "siesta" de la clase de historia, había mencionado el nombre de Alec. No tenía ni la más mínima idea de como lo supo Connie.
-Yo... no se por qué dije eso-balbucié asustada
-Haha, ya lo soltáste, Meany-dijo Connie con risa burlona
-Pero... ¿cómo diablos supiste de...?-inquirí angustiada, los demás chicos de la mesa sólo reían.
-Vamos, es obvio, Angie; no sospeché nada de ti, pero Alec... mmm, desde ayer no te para de mirar extrañou-dijo con voz misteriosa-Pero... ¡vaya! Un guapísimo esposo italiano. ¡Qué suerte la tuya, linda!-
-Dices... ¿que me mira?-inquirí ruborizada y enrollaándome el cabello en el dedo.
-¡Obvio! Te mira algo así como enamoradou, ¡justo como lo hace ahora! Pero no lo voltees a ver-y como toda persona hace cuando le dicen eso, lo voltee a ver-¡¿QUÉ TE DIJE?! ¡NO LO VOLTEES A VER!-inmediatamente desvié mi mirada al igual que él, parecia avergonzado pues lo había atrapado viéndome, creo que había estado buscando mi mirada.
Puse mi mirada fija en la mesa y sonreí avergonzada, los demás, incluidos Connie se estaban riendo de mi.
-No sé por qué los hombres son tan idiotas-dijo Connie, ¡Pero vaya! Nunca le había oído una "palabrota" a ella. Aparte, ¿acaso no se sentía mal al decir eso cuando 3 de las seis personas que estabamos en la mesa, eran hombres? Ella nunca insultaría a una persona en su presencia, y tal vez en su ausencia tampoco. Bueno, no lo haría estando... sobría.
-Amén, Connie. Tienes toooooda la razón-dijo Emma, una de las chicas que estaban con nosotras en la mesa, la cuál pertenecía al mismo grupo religioso que frecuentaba Connie.
-What Would Jesus Do? ¿Qué haría Jesús en nuestro caso?-dijo Conn suspirando, y segundos después soltó una risotada. Los demás igual, ¿acaso no habían oído que Connie los había insultado?
-Y... ¿tu qué nos dices Emma?-inquirió Connie con la malicia que nunca había oído en ella.
Emma se paró sobre la mesa.
-Ah, bueno-empezó a hablar bajo-¡QUE LE FUI INFIEL A JOEY CON LOGAN!-pero su tono de voz fue subiendo hasta que todo el casino la oyó. ¿Acaso no le importaba que ambos estuvieran presentes... en la misma mesa que ella?
-¿Ya oyeron, amigos? ¡Angelique empezó a confesar... Y AHORA SOMOS TODOS! ¡HA!-gritó Connie riendo.
Todos en la cafetería empezaron a reír y a contar secretos, absolutamente todos. Menos una persona que me jaló. Era Alec.
-Vámonos de aquí-su tono de voz era apagado y serio.
-¿A donde?-inquirí angustiada, aunque la verdad no me molestaría ir con él nisiquiera al infierno.
-Lejos de esto.
-Yo... no se por qué dije eso-balbucié asustada
-Haha, ya lo soltáste, Meany-dijo Connie con risa burlona
-Pero... ¿cómo diablos supiste de...?-inquirí angustiada, los demás chicos de la mesa sólo reían.
-Vamos, es obvio, Angie; no sospeché nada de ti, pero Alec... mmm, desde ayer no te para de mirar extrañou-dijo con voz misteriosa-Pero... ¡vaya! Un guapísimo esposo italiano. ¡Qué suerte la tuya, linda!-
-Dices... ¿que me mira?-inquirí ruborizada y enrollaándome el cabello en el dedo.
-¡Obvio! Te mira algo así como enamoradou, ¡justo como lo hace ahora! Pero no lo voltees a ver-y como toda persona hace cuando le dicen eso, lo voltee a ver-¡¿QUÉ TE DIJE?! ¡NO LO VOLTEES A VER!-inmediatamente desvié mi mirada al igual que él, parecia avergonzado pues lo había atrapado viéndome, creo que había estado buscando mi mirada.
Puse mi mirada fija en la mesa y sonreí avergonzada, los demás, incluidos Connie se estaban riendo de mi.
-No sé por qué los hombres son tan idiotas-dijo Connie, ¡Pero vaya! Nunca le había oído una "palabrota" a ella. Aparte, ¿acaso no se sentía mal al decir eso cuando 3 de las seis personas que estabamos en la mesa, eran hombres? Ella nunca insultaría a una persona en su presencia, y tal vez en su ausencia tampoco. Bueno, no lo haría estando... sobría.
-Amén, Connie. Tienes toooooda la razón-dijo Emma, una de las chicas que estaban con nosotras en la mesa, la cuál pertenecía al mismo grupo religioso que frecuentaba Connie.
-What Would Jesus Do? ¿Qué haría Jesús en nuestro caso?-dijo Conn suspirando, y segundos después soltó una risotada. Los demás igual, ¿acaso no habían oído que Connie los había insultado?
-Y... ¿tu qué nos dices Emma?-inquirió Connie con la malicia que nunca había oído en ella.
Emma se paró sobre la mesa.
-Ah, bueno-empezó a hablar bajo-¡QUE LE FUI INFIEL A JOEY CON LOGAN!-pero su tono de voz fue subiendo hasta que todo el casino la oyó. ¿Acaso no le importaba que ambos estuvieran presentes... en la misma mesa que ella?
-¿Ya oyeron, amigos? ¡Angelique empezó a confesar... Y AHORA SOMOS TODOS! ¡HA!-gritó Connie riendo.
Todos en la cafetería empezaron a reír y a contar secretos, absolutamente todos. Menos una persona que me jaló. Era Alec.
-Vámonos de aquí-su tono de voz era apagado y serio.
-¿A donde?-inquirí angustiada, aunque la verdad no me molestaría ir con él nisiquiera al infierno.
-Lejos de esto.
sábado, 6 de agosto de 2011
Capítulo 8 Humillación total
Casi lloro de la verguenza, no sabía si cuando dormía había hecho los mismos gestos que si besara a alguien, si había pronunciado alguna palabra... o sólo dormía.
-Angelique Meany, ¿acaso no dormiste bien anoche?-inquirió la Miss Turner; agradecí que ella fuera la maestra con más paciencia en tal vez... todo el mundo. Nunca la había oído gritar.
-La verdad si, profesora-Es que no pude dormir por pensar en Alec toooooda la noche.
-Ok, pero que no vuelva a pasar-.
Durante el receso no vi a Renesmee, necesitaba hablar con ella en serio. Sólo vi a Jane y a Alec.
-Hey, Sleeping Beauty, ven por aquí-me gritó Connie desde el otro lado del casino, caminé hacia ella con poca comida en mi charola-¿Qué tal la siestecita de la clase de Historia?.
Connie tenía un pie sobre la mesa y otro en el piso, estaba con un grupo de chicos que parecían fascinados por mi suceso en la clase.
-Oh... relajante-respondí sonriendo y me senté con ellos. Connie hizo lo mismo que yo, colocó sus codos en la mesa, recargó su barbilla en sus manos-Y dime, ¿qué te decía el señor Vulturi en tu deliziozo sueño?
-Bueno, Alec llegaba y se acercaba a mi y...-dije inconcientemente con una sonrisita enamorada hasta que me dí cuenta que Connie, que me escuchaba atenta, me había hecho decir eso sin que me diera cuenta. ¡Había contado un secreto en voz alta! Ese era un lado de Connie que no conocía...
-Angelique Meany, ¿acaso no dormiste bien anoche?-inquirió la Miss Turner; agradecí que ella fuera la maestra con más paciencia en tal vez... todo el mundo. Nunca la había oído gritar.
-La verdad si, profesora-Es que no pude dormir por pensar en Alec toooooda la noche.
-Ok, pero que no vuelva a pasar-.
Durante el receso no vi a Renesmee, necesitaba hablar con ella en serio. Sólo vi a Jane y a Alec.
-Hey, Sleeping Beauty, ven por aquí-me gritó Connie desde el otro lado del casino, caminé hacia ella con poca comida en mi charola-¿Qué tal la siestecita de la clase de Historia?.
Connie tenía un pie sobre la mesa y otro en el piso, estaba con un grupo de chicos que parecían fascinados por mi suceso en la clase.
-Oh... relajante-respondí sonriendo y me senté con ellos. Connie hizo lo mismo que yo, colocó sus codos en la mesa, recargó su barbilla en sus manos-Y dime, ¿qué te decía el señor Vulturi en tu deliziozo sueño?
-Bueno, Alec llegaba y se acercaba a mi y...-dije inconcientemente con una sonrisita enamorada hasta que me dí cuenta que Connie, que me escuchaba atenta, me había hecho decir eso sin que me diera cuenta. ¡Había contado un secreto en voz alta! Ese era un lado de Connie que no conocía...
miércoles, 20 de abril de 2011
Capítulo 7 Trágame tierra
Desperté lista para ir al colegio otra vez, me bañé, me vestí y desayuné rápidamente. Luego salí y monté mi vieja bici, la cuál tenía alrededor de 2 años que no montaba, no me dí cuenta de que las llantas no tenían aire. Estaba lloviendo para colmo.
-Demonios-musité, me bajé y tuve que irme caminando a la escuela, tomé un paraguas y me puse la capucha de mi abrigo y me puse en camino.
A medio camino me harté de traer la capucha y me la quité cuando casi llegaba a la escuela.
-¿Habreís notado que está lloviendo?-dijo Connie acercándose a mi con una sonrisa-Digo, veo que te has quitado tu abrigo.
-Hola-dije con desgano
-Vamos, Ang; se que no te agrado mucho, ¡pero vamos! ¡es el primer año de secundaria! en 4 cursos más estaremos usando togas y birretes, pasando a recoger nuestro diploma... ¡es tiempo de ser amigas!-dijo entornando los ojos con gran alegría
-Ok... pero, ¿por qué tan feliz? ¿te aceptaron en un convento romano? ¿irás a estudiar a Israel?-dije con sarcasmo de sobra
-Haha, que graciosa, de hecho, conseguí que el director hiciera un seminario de 2 semanas en la escuela...
-¿Seminario de...?-inquirí esperando que su respuesta no fuera...
-Religioso-lo dijo; pero no era que tuviera algo en contra de la iglesia, era sólo que desde chica me obligaban a ir y no estaba segura de mi fé, pero eso era un gran error-el director aceptó porque dice que los chicos estan perdidos en su fé y todo eso.
Me quedé pensando sin acerle caso a Connie.
-Bueno, que va, vamos a clase-y él timbre sonó.
Estaba en clase de historia, pero estaba aburrida, nadie ponía atención y mucho menos yo, sólo tenía en mente los tremendos besos que me dió Alec ayer; de la nada sentí unos profundos deseos de pararme, salir del aula e ir a buscarlo, y lo hice. Corrí por los pasillos y bajé rápidamente por las escaleras, di una vuelta brusca y allí estaba, esperandome con los brazos abiertos, me acercó a él y me plantó un tierno beso en los labios.
Pero desperté.
De la nada oí risas y la imagen de Alec besándome desapareció de mi mente, ahora sólo veía a la señorita Turner viendome con mirada reprobatoria, y a mis compañeros de aula burlándose de mi. Creo que había estado durmiendo toda la clase.
-Demonios-musité, me bajé y tuve que irme caminando a la escuela, tomé un paraguas y me puse la capucha de mi abrigo y me puse en camino.
A medio camino me harté de traer la capucha y me la quité cuando casi llegaba a la escuela.
-¿Habreís notado que está lloviendo?-dijo Connie acercándose a mi con una sonrisa-Digo, veo que te has quitado tu abrigo.
-Hola-dije con desgano
-Vamos, Ang; se que no te agrado mucho, ¡pero vamos! ¡es el primer año de secundaria! en 4 cursos más estaremos usando togas y birretes, pasando a recoger nuestro diploma... ¡es tiempo de ser amigas!-dijo entornando los ojos con gran alegría
-Ok... pero, ¿por qué tan feliz? ¿te aceptaron en un convento romano? ¿irás a estudiar a Israel?-dije con sarcasmo de sobra
-Haha, que graciosa, de hecho, conseguí que el director hiciera un seminario de 2 semanas en la escuela...
-¿Seminario de...?-inquirí esperando que su respuesta no fuera...
-Religioso-lo dijo; pero no era que tuviera algo en contra de la iglesia, era sólo que desde chica me obligaban a ir y no estaba segura de mi fé, pero eso era un gran error-el director aceptó porque dice que los chicos estan perdidos en su fé y todo eso.
Me quedé pensando sin acerle caso a Connie.
-Bueno, que va, vamos a clase-y él timbre sonó.
Estaba en clase de historia, pero estaba aburrida, nadie ponía atención y mucho menos yo, sólo tenía en mente los tremendos besos que me dió Alec ayer; de la nada sentí unos profundos deseos de pararme, salir del aula e ir a buscarlo, y lo hice. Corrí por los pasillos y bajé rápidamente por las escaleras, di una vuelta brusca y allí estaba, esperandome con los brazos abiertos, me acercó a él y me plantó un tierno beso en los labios.
Pero desperté.
De la nada oí risas y la imagen de Alec besándome desapareció de mi mente, ahora sólo veía a la señorita Turner viendome con mirada reprobatoria, y a mis compañeros de aula burlándose de mi. Creo que había estado durmiendo toda la clase.
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