viernes, 4 de noviembre de 2011

Capítulo 10 Exceso de demostración de afecto

-Pero, ¿por qué?-pregunté, el tono de Alec no me había gustado, es más, me asustaba.

-Ese lugar es peligroso para ti; de hecho, es peligroso para cualquier persona que tenga una reputación que proteger, no te conviene quedarte ahí-siguió jalandome hacia el patio de la escuela, se oían risas a lo lejos en la cafeteria.

-¿Sabes qué?-deje de caminar, jalé mi brazo para que lo soltara y lo enfrenté-No entiendo tu forma de hablar, hablas como poeta, con metáforas, ¿y qué crees? Eres raro, así que déjame en paz.

Me dí la vuelta y decidí volver a la cafeteria, pero Alec me jaló por la cintura, me acercó a él y dijo:

-¿Sabes que tu también eres extraña? ¡Tú eres un diamante escondido entre todas esas estúpidas piedras del montón!-nuestros rostros estaban a una distancia tan pero tan cercana, que yo casi evitaba respirar para evitar acercarme "de más" a su rostro.

-¿Qué diab...?-empecé mi reclamo hacía él, seguía hablando raro con sus estupideces del diamante y las piedras, pero, como si me hubieran clavado un cuchillo por detrás o como si me hubieran disparado con un rifle hacía mi estómago o como si me hubieran arrojado a un barranco, él me besó sorpresivamente, no lo vi venir.

Fue un beso extraño, estampó sus labios con los míos improvisadamente, puso su brazo izquierdo en la parte más baja de mi espalda, el derecho en mi cintura, y continuó besándome raramente: pasó sus labios a mi barbilla y la besó de una manera escalofriante, era casi como si la estuviera lamiendo; después, sin separar sus labios de mi cuello, se fue haciendo para atrás hasta que ambos quedamos tirados en el suelo, regresó sus labios a los míos, a donde pertenecían.

-¿Alec?-dije cuando el cambió de lugar sus labios hacía mi coronilla

-¿Si?-dijo con cierto tono raro en su voz, era como si estuviera extremadamente feliz por algo

-Te amo Alec, pero no estoy lista para esto.

-¿Para qué, amor?

-Para... esto, lo que... ¡Tú sabes! Lo que estamos haciendo...

-Ok, te amo, y te respetaré y no haremos nada que no quieras hacer-repondió. Reflexioné.

-¿Sabes qué? ¡Al diablo con eso! Te amo, te amo, ¡te amo!-coloqué mis manos en su nuca y comencé a besarlo furiosamente hasta que me sentí sin aliento, lo solté, él me soltó y ambos nos acostamos en el pasto viendo el cielo nublado con una sonrisa enorme.

-Wow, eso fue realmente intenso-dije un tanto avergonzada

-Te amo-dijo tiernamente tomando mi mano.

-Y yo a ti.

-Cambiando de tema-dijo sentándose y tratando de sacar algo de su bolsillo-olvidaste esto en mi casa ayer.

En su mano tenía un reproductor de MP3 pequeño dorado con rosa. Y definitivamente eso no era mío.

-No... no es mío-admití

-Oh pero claro que sí, es tuyo-dijo colocandolo en mis manos con ternura; lo prendí, me puse los audífonos e inmediatamente identifiqué la canción que sonaba.

-¿The Strokes?-inquirí al reconocer la canción

-Me tomé la libertad de insertar una de mis canciones favoritas, pero si no te gusta no import...-dijo un tanto avergonzado

-Me encanta, "Undercover of Darkness" es mi canción favorita-dije viéndolo a los ojos

-Yo también amo esa canción-dijo-Pero te amo más a ti-me empezó a besar, pero esta vez más tierno que nuestro beso anterior. Separó sus labios de los míos-¿Y qué otro tipo de música te gusta?

-Pues varía; rock indie, house...-me senté y empecé a quitarme el esmalte de las uñas de la mano derecha con las uñas de la mano izquierda, sonreí. Él se sentó también.

-¿Qué más?-

-Supongo sólo eso, antes me gustaban más géneros pero ya no-dije cabizbaja; el año pasado me había puesto a pensar que no quería ser más una persona hueca que sólo oía pop fresa; quería ser más que eso.

-¿Artistas favoritos?-

-Bueno, como ya te dije está The Strokes... y un dueto francés de "robots" enmascarados de música electrónica, supongo que ese dueto es mi favorito.




Narra Alec.

La hora del almuerzo todavía no acababa, al parecer ya habían alargado el descanso, todavía se seguían oyendo las risas y cotilleos en la cafeteria, y Angelique, mi amada, el ser por el que había estado esperado cientos de años dormía. Me hubiera gustado dormir con ella, pero lo único que podía hacer era acostarme a su lado, cerrar mis ojos y fingir dormir. Me preguntaba como era que ella no se quejaba del frío de mi piel, o tal vez de que no era tan blanda como la de cualquier ser humano, pero Angelique parecía feliz estando conmigo así.

Al dormir parecía tan pero tan indefensa, y su sangre, ¡Maldita sea! ¡Su sangre! Aquél delicioso olor parecía decirme "bébeme, bébeme, ella está dormida". Bastaba con absorver el delicioso líquido rojo que estaba dentro del cuerpo de mi deliciosa novia, y una vez vació, enterrar el cadáver en el bosque, y huir.

Si, el plan era perfecto, tal vez sólo un beso de despedida, uno muy profundo... así que tomé una decisión y la besé. Sonó la alarma de incendios y oí gritos. El beso no fue de despedida, la besé con la intención de despertarla, pero no funcionó, seguía dormida.