Desperté lista para ir al colegio otra vez, me bañé, me vestí y desayuné rápidamente. Luego salí y monté mi vieja bici, la cuál tenía alrededor de 2 años que no montaba, no me dí cuenta de que las llantas no tenían aire. Estaba lloviendo para colmo.
-Demonios-musité, me bajé y tuve que irme caminando a la escuela, tomé un paraguas y me puse la capucha de mi abrigo y me puse en camino.
A medio camino me harté de traer la capucha y me la quité cuando casi llegaba a la escuela.
-¿Habreís notado que está lloviendo?-dijo Connie acercándose a mi con una sonrisa-Digo, veo que te has quitado tu abrigo.
-Hola-dije con desgano
-Vamos, Ang; se que no te agrado mucho, ¡pero vamos! ¡es el primer año de secundaria! en 4 cursos más estaremos usando togas y birretes, pasando a recoger nuestro diploma... ¡es tiempo de ser amigas!-dijo entornando los ojos con gran alegría
-Ok... pero, ¿por qué tan feliz? ¿te aceptaron en un convento romano? ¿irás a estudiar a Israel?-dije con sarcasmo de sobra
-Haha, que graciosa, de hecho, conseguí que el director hiciera un seminario de 2 semanas en la escuela...
-¿Seminario de...?-inquirí esperando que su respuesta no fuera...
-Religioso-lo dijo; pero no era que tuviera algo en contra de la iglesia, era sólo que desde chica me obligaban a ir y no estaba segura de mi fé, pero eso era un gran error-el director aceptó porque dice que los chicos estan perdidos en su fé y todo eso.
Me quedé pensando sin acerle caso a Connie.
-Bueno, que va, vamos a clase-y él timbre sonó.
Estaba en clase de historia, pero estaba aburrida, nadie ponía atención y mucho menos yo, sólo tenía en mente los tremendos besos que me dió Alec ayer; de la nada sentí unos profundos deseos de pararme, salir del aula e ir a buscarlo, y lo hice. Corrí por los pasillos y bajé rápidamente por las escaleras, di una vuelta brusca y allí estaba, esperandome con los brazos abiertos, me acercó a él y me plantó un tierno beso en los labios.
Pero desperté.
De la nada oí risas y la imagen de Alec besándome desapareció de mi mente, ahora sólo veía a la señorita Turner viendome con mirada reprobatoria, y a mis compañeros de aula burlándose de mi. Creo que había estado durmiendo toda la clase.